En
la hermosa y no muy cercana Jordania, podemos apreciar al desierto más hermoso
de todo el mundo, nada más y nada menos que el Wadi Rum. Posee más que
espectaculares montanas e interminables arenas de un color rojísimo, con
caravanas de dromedarios que lo convierten en un paisaje paradisiaco, más que
mágico, el más místico en todo el mundo. Podemos apreciar a sus cinco puentes
de piedra que han sido esculpidos por el agua y más por el viento. Las noches
en que se ve majestuosa están plagadas de muchísimas estrellas que la adornan
de una forma majestuosa, con montañas de arenisca que hacen de este desierto un
hermoso enclave. En este sentido, ha sido declarado como Patrimonio Histórico
de la Humanidad, y representa en la actualidad uno de los destinos turísticos
más visitados y frecuentados por los viajeros intrépidos amantes de las
aventuras. El desierto de Wadi Rum, o el llamado Valle de la Luna, es un sitio
al que se debe emprender una visita obligatoriamente. Por lo menos una vez en
esta hermosa vida, deberíamos apreciar el espectacular amanecer que adorna este
hermoso paisaje.
De
hecho, el color rojísimo de su arena se modifica con relación al cambio del
sol. En las primeras horas de la mañana, podemos ver que se vuelve un naranja
muy cálido y suave. Es sencillamente una experiencia inolvidable, imborrable
que no podemos despreciar, pues es un desierto que en todo el mundo es conocido
por Lawrence de Arabia, el cual lo había utilizado como la base de operaciones
a lo largo de la Rebelio de Arabia entre los años 1917 y 1918. Unos 840 kilómetros
cuadrados posee este desierto de extensión, el cual cuenta con muchísimas
montañas, y en contraste con los otros desiertos, tiene muy pocas dunas. Las
huellas que dejan los lagos salados se asoman en este maravilloso paisaje como
las manchas del color blanco. La vegetación en este lugar es algo escasa, pero
es cierto que en ciertas zonas, en las cuales se habían asentado las tribus con
el transcurrir de los siglos, abunda grandemente. Los beduinos son los que
todavía han perdurado. Se tiene conocimiento de asentamientos del ser humano en
este hermoso desierto, los cuales datan del año 700 antes de Cristo.
Uno
de los mejores lugares que posee este desierto es Khazali. Es nada más y nada menos
que una montaña gigantesca de un color ocre, el cual guarda en su interior
canalizaciones de las tribus de los nabateos y de los almudines, en los cuales
se han conservado escenas de la caza del orix, que había desaparecido en el año
1940. El orix, es un antílope que posee larguísimos cuernos rectos que se
asemejan al caballo, y tienen la capacidad de resistir temperaturas grandísimas
en los periodos más intensos de sequía. Actualmente, un programa de cría que se
encuentra en semi-libertad, está planeando la reintroducción de este antílope
en el desierto, así también como otros puntos que se encuentran en Jordania.
Este
desierto también es un atractivo enclave que es más que adecuado para los
amantes de las escaladas. A partir de los años 80 habían llegado a este
desierto para realizar escaladas en sus jebels, o realizar trekkings. El primer
habitante de España que había realizado una escalada en la zona, había sido
Angel Sanchez “Toti”, el que había escalado el “Jebel Rum” y había saltado
desde la cima en parapente en el año 1987. Los amantes de las escaladas y los
turistas son la fuente principal de los ingresos de los beduinos.
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